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Hemos esbozado el panorama histórico que nos ofrece la investigación histórica a partir de la fundación de Valentia aunque es evidente que la Historia del Pueblo Valenciano comienza en la más profunda Prehistoria y con límites territoriales más o menos estabilizados tanto desde el punto de vista geográfico como histórico, social y cultural se extienden desde el rio Cenia al Segura.

Desde la conquista del reino moro de Valencia, Jaime I, con profunda y sabia visión política, estableció las bases para convertir a Valencia en la cabeza visible y el referente político, social y económico que permitiera convertirse en lo que así fue, el Cap y Casal del futuro Reino Cristiano de Valencia, la Ciudad-Estado según la sabia definición del gran valenciano, gran prehistoriador e historiador D. Julián San Valero Aparisi] .

A partir de este momento la ciudad de Valencia inicia el proceso que le permitirá convertirse en el Cap y Casal del nuevo Reino Cristiano, la Ciudad-Estado que tan bien la situara y la justificara el Dr. San Valero tal y como hemos indicado. La Valencianidad, a partir de este momento, lo inunda e impregna todo paulatinamente tal y como, sin duda, concibió el Rey Conquistador.

La enseña Real se convirtió en la Real Señera de la Ciudad y del Reino, a la que se le añadió la Corona Real como privilegio otorgado por el Rey  Pedro II de Valencia, el Ceremonioso, tras la guerra con Castilla.

En el siglo XV la pujanza de la ciudad es extraordinaria, sus flotas construidas en sus atarazanas señorean el Mediterráneo, los ejércitos del Reino se ponen al servicio de la Corona cuando son requeridos. Su personalidad y orgullo permiten a Vinatea oponerse a la posibilidad de enajenar posesiones valencianas exigidas por la Reina Dña. Leonor  esposa de Alfonso II de Valencia el Benigno para beneficiar a  su hijo, exigiéndole al rey la anulación de las donaciones por ser contrafuero, amenazándole seriamente , a lo que el rey transigió dada la integridad  inviolable del Reino  y la fuerza y pujanza del gobierno valenciano incuestionable.

En los siglos XIV y XV la valencianidad estaba consolidada, la potencia económica y política de Valencia, Ciudad y Reino, era extraordinaria, lo que indudablemente se refleja en la misma ciudad con sus obras públicas, sus edificios públicos, Catedral y Micalet, especialmente la Lonja de la Seda, y otros muchos. Siendo su potencia cultural fiel reflejo de todo ello.

El cultivo de la Lengua Valenciana de ese periodo fue extraordinaria alcanzando a ser la más importante de las literaturas coetáneas europeas en lenguas románicas, fiel reflejo

de su potencia económica, política, social y cultural, mereciendo el calificativo de Siglo de Oro. Mucho se ha escrito sobre ello, innecesario pues aquí. Solamente añadir que la valencianidad de sus autores es fiel reflejo de la valencianidad que lo impregnaba todo.

Por si todo esto fuera poco, tenemos desde finales de siglo que la potencia valenciana, especialmente de la familia Borja, naturales de Canals-Xativa y señores de Gandia, permiten hablar de un Eje Valencia – Nápoles – Roma, detentando el poder económico, político, social y cultural.

Gandia, con el Santo Duque posteriormente al servicio de Felipe II, como Virrey de Cataluña es otro testimonio de la continuidad de la valencianidad.

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