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Jaime Siles nos explica en este ensayo lo que la poesía puede enseñarnos leyendo a TS Eliot.

Eliot (San Luis, Misuri, 1888-Londres, 1965) y Siles (Valencia, 1951) creo que son dos enormes poetas: uno ha sido, el norteamericano británico, y otro de lo más vivo, el valenciano español. Esta afirmación viene al caso tras leer el ensayo de Jaime Siles Un Eliot para españoles (Breviarios Athenaica). Seguramente tanto de Eliot como de Siles está ya casi todo dicho; pero esta es una nueva lectura de las brillantes ideas de Eliot que le sirven a Siles para exponer las siempre acertadas suyas. Antes hay que señalar que el breve libro tiene 210 páginas, de las que 174 son el clarificador e inteligente texto ensayístico y de la página 175 a la página 210, apretadas notas explicativas y referenciales, que no hay que dejar de leer.

El poeta británico es grande y Siles lo hace más grande en este ensayo, pues nos explica lo que la poesía puede enseñarnos leyendo a Eliot, un poeta no del todo bien entendido: Siles nos hace fácil el entender a Eliot. Creo que estos poetas y su poesía existe y existirán pues necesitamos de ella y a ella recurrimos: más de vez en vez que de cuando en cuando. Pero, más allá de todo esto, quiero suponer que sus poemas existirán cuando ni ellos ni nosotros estemos ya. Ambos poetas son necesarios y justos.

Otra de las cosas que nos enseña este ensayo es que la poesía no puede permitirse perder contacto con la lengua coloquial. Ya que la poesía se sabe igual a la vida misma. La poesía es siendo y es lo que es: o sea, el acto creativo del poeta, de estos dos poetas sin ir más lejos, que uno y otro rompió y rompe con la costumbre. Con la certeza de que “no hay ninguna poesía que sea exactamente el mismo lenguaje que el poeta habla”, Eliot dixit.

Jaime Siles ha conseguido escribir un sorprendente ensayo sobre el Eliot poeta, crítico literario y pensador y como tal se centra en su obra poética y a la vez en su pensamiento poético y crítico y viceversa, además de abordar el interés de Eliot por el contexto social y por la función social de la poesía: “señalando, cuando así lo parecía necesario, su relación con su sistema de ideas y creencias”.

Es interesante, al menos curioso, a este respecto leer lo que cita Siles que dice Eliot: “el que, un poeta adquiera un amplio público muy rápidamente resulta algo bastante sospechoso, pues nos lleva a temer que no esté haciendo nada nuevo, sino dándole a la gente algo a lo que ya estaba acostumbrada”.

Ante lo mal entendido de Eliot por los lectores españoles Siles reconoce que Jaime Gil de Biedma es el poeta español de nuestro tiempo que mejor leyó y comprendió el pensamiento poético de Eliot, “por más que algunos malos seguidores suyos hayan incurrido en toda la amplia serie de defectos que, con su rigor y autocontrol crítico, supo eludir él”. Esto me lleva a pensar en aquellos poetas de la mal llamada experiencia y de la comunicación, aquella nueva sentimentalidad, y en los y las poetas de la actualidad: esos que reinan en las redes sociales y a los que miman y cortejan esos otros para no perder comba ni candelero.

La poesía es conocimiento y lenguaje y no puede haber comunicación sin conocimiento ni lenguaje. Según Siles, para Eliot: “que en esto coincide por completo con Cicerón, es la responsabilidad que en la conservación de la lengua tienen nuestros poetas y nuestros críticos: sobre todo, en una época como la nuestra, en la que estamos inmersos en el caos de la lengua, carentes de modelos de escritura, y en la que crece la indiferencia por la etimología y la historia del uso de las palabras”: ¿a que nos suena muy cercano todo esto? Y continúa diciendo que Auden (por cierto, ese poeta del que se cita su poema Funeral Blues, creo recordar, en la película Cuatro bodas y un funeral (1994) y del que Jordi Doce ha traducido y seleccionado recientemente Cuarenta poemas (Galaxia Gutenberg, 2020), refrendará la opinión de Eliot, puesto que Auden afirma que “la más poética de todas las disciplinas académicas es la Filología”. ¡Ahí es nada!

Vale la pena explicar que por estas páginas desfilan poetas de toda índole y condición: desde William Carlos Williams a Neruda, pasando por Pound, Frost, Wallace Stevens, Jean Cocteau, Coleridge, Cernuda, entre otros muchos. También críticos literarios como Charles Wibley, Paul More, Irving Babbitt, Swinburne y Wyndham, entre otros muchos también. Eliot y Siles son dos enormes poetas sabios: conocía y conoce y leyó y ha leído mucho y a muchos. Conocen la cultura clásica y a sus protagonistas como pocos.

Al margen de la posible influencia que haya podido ejercer Eliot sobre Siles en los temas poéticos, creo que es muy interesante conocer o refrescar las ideas de Eliot: esta síntesis de su universo poético y crítico: su pensamiento, y a través de las mismas las de Siles. Y es muy interesante ver cómo los dos poetas reflexionan por igual sobre el valor de la palabra, sobre la precariedad de este mundo (el que les fue y ha sido dado vivir a ambos, al Eliot de ayer y al Siles de hoy y a las personas lectoras de este ensayo); y reflexionan también sobre la vida del hombre: un extranjero, un peregrino, un desarraigado, cuya única residencia es la poesía, su lenguaje.

Es un Eliot transparente para el lector español. Un Eliot del que conocemos por fin el qué, el quién, el cómo, el dónde y el porqué. Es que leyendo a Eliot de la mano de Siles siempre se está al borde del abismo: descubriendo los (no) límites. ¡Gracias por escribir y por descubrirnos de una vez por todas o aún más a Eliot, poeta Jaime Siles!

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