Dr. José Aparicio Pérez
Secretario Perpetuo de la Real Academia de Cultura Valenciana durante los once años del decanato de Xavier Casp
El día once del mes de noviembre del año 2004 se extinguía la vida de un hombre valenciano y, por eso, español, como le gustaba decir, que durante más de medio siglo proyectó una potente luz sobre Valencia, los valencianos, su lengua y su cultura. Tras su entierro, poco a poco la luz parecía ir extinguiéndose a medida que el olvido proyectaba su pesada sombra sobre el recuerdo. De pronto, gracias a la propuesta de la Academia Valenciana de la Lengua, solicitando que el Ayuntamiento de Valencia le dedicara una calle, la luz volvió a iluminar la sombra y la figura física e intelectual de Casp recobró toda su magnitud. No partió la idea del Consell Valencià de Cultura, del que formó parte, ni de la Real Academia de Cultura Valenciana, que durante los once años de su decanato alcanzó el mayor esplendor de toda su historia, en contraste con el decaimiento progresivo posterior hasta la triste situación actual, ni de Lo Rat Penat que presidió, sino de la denostada AVL convertida hoy día en el enemigo Nº 1 de la Lengua Valenciana.
Un artículo de Joaquín Calomarde en estas mismas páginas expuso, con sentimiento, minuciosidad y brillantez, todas las direcciones en las que la luz de Xavier se proyectó y un libro de M.ª Jesús Coves, Retalls de Vida , nos relató con no menos sentimiento, meticulosidad y con notable extensión su trayectoria vital, familiar, profesional, cívica e intelectual. La Pasión, que tanto le impresionó y que inspiró su “On vaig, Senyor” , la sufrió, el Maestro de siempre, en sus propias carnes y la provocaron algunos de sus mismos discípulos y seguidores intentando ensuciar una limpia y heroica trayectoria vital, patriótica la hubiera calificado él. Sin embargo, y aunque el calvario que sufrió, y alentaron los que le negaron más de tres veces, aceleró su tránsito, sólo sirvió para agigantar su figura y su obra, que vuelve a irradiar la luz que nunca se extinguió, especialmente desde que la Biblioteca Valenciana publicara sus Obras Completas.
Casp, por su trayectoria íntima, personal y familiar ha contribuido a enriquecer nuestro patrimonio social. Casp, por su fe en su pueblo, su historia y su cultura, afirmó el sentimiento patriótico valenciano constitutivo del español, no excluyente, solidario y generoso, humano y cristiano. Reforzó nuestro patrimonio político. Casp, por su amor y entrega a la lengua valenciana, la lengua de su pueblo y para su pueblo, la elevó a una altura como no había alcanzado nunca, sentando las bases para que no pudiera ser absorbida ni aniquilada. Salvó nuestro patrimonio lingüístico. Casp, con su obra poética, ha enriquecido extraordinariamente nuestro patrimonio literario, apuntando un nuevo Siglo de Oro, que sólo la torpeza, tan extendida, podrá abortar. Por todo, Xavier, Xavier Casp, forma parte, con Ausias March, Joanot Martorell, los artistas de Parpalló, Bicorp o Morella, Jaume I, Vinatea, Mayans, Jorge Juan, Gabriel Ciscar, Joaquín Rodrigo, Teodoro Llorente, Gil-Albert, Miguel Hernández, y tantos otros, de nuestro patrimonio histórico, cívico y cultural, del patrimonio del pueblo valenciano.
Es indudable que el Ayuntamiento de Valencia, que ya lo distinguió como Hijo Adoptivo y le dedicó la calle que merecía, contribuyó a ello; pero los valencianos, todos, ¿seremos capaces de entonar el mea culpa y restituirle la dignidad que mancillamos? Buena ocasión será, al cumplir los 25 años la Feria del Libro que bajo su decanato concibió e instauró quien suscribe, convocada ahora como Semana del Libro Valenciano, y en la que la Asociación de Escritores en Lengua Valenciana le dedicará un merecido homenaje por su inconmensurable obra literaria. Debiendo saber, además,que cuando ambos entramos la Real Academia solo disponía de un miserable cuartucho junto a los urinarios de la Lonja, lleno de libros y trastos varios, todo cubiero de polvo y adornado con colgaduras de vetustas telarañas. Las reuniones en el estrado del Salón del Consulado.Cuando en 1986 creamos la Asociación Cultural Amics de la RACV, montamos sus oficinas en mi propio domicilio, disponiendo ya de una administrativa para el servicio de ambas entidades, mi máquina de escribir se puso a su servicio. En 1988 se impulsaba también la nueva asociación Patronat de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana, encargándose igualmente de su desarrollo administrativo y funcionamiento, entidad a la que se deben los grandes proyectos de investigación y publicación que ha podido llevar a cabo, especialmente en materia lingüística, pero también en historia, divulgación cultural y arqueología. Tiempo después conseguimos un local en la calle del Mar, con alquiler pagado por la Asociación, montando debidamente secretaría, administración, biblioteca, salón de actos y de reuniones. Cinco años más tarde la Familia Manglano nos cedió el uso del Palacio del Barón de Vallvert, a donde nos trasladamos y donde estuvimos trabajando varios años más, él como Decano y yo como Secretario Perpetuo. Por fin y tras laboriosas gestiones de ambos pudimos inaugurar en l996 el edificio propio en la calle Avellanas, cedido por el Ayuntamiento de Valencia por iniciativa de Unión Valencia, del que han estado presumiendo los que arribaron con posterioridad. Edificio que encontramos en absoluta ruina y que el Ayuntamiento rehabilitó-reconstruyó de acuerdo con el diseño que realizamos ambos. Cuando en 1991, un grupo de esforzados académicos decidió prescindir de nuestros servicios, apoyados por necesarios colaboradores, la Real Academia estaba en pleno esplendor y los recién llegados se encontraron con unos ingresos anuales que superaban el medio millón de euros y suficiente liquidez para trabajar holgadamente; a la deriva posterior ya hemos hecho mención . Considero que con lo expuesto queda suficientemente expuesta la fructífera labor de Xavier, que ni el tiempo ni la perversidad humana lograrán empequeñecer.