Juan Benito Rodríguez Manzanares, Patrono
Académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades
Académico de la Academia de Luminescência Brasileira
La Orden adoptó una estructura organizativa similar a las demás órdenes militares de la época, influyendo en esto en gran manera ser la heredera de los bienes de los templarios y hospitalarios. Como nos comenta Enric Guinot Rodríguez, Catedrático de Geografía e Historia en la Universidad de Valencia, «Estaban ya muy rodadas las órdenes militares hispánicas a principios del siglo XIV como para pensar en otros modelos organizativos».
Durante los primeros meses de maestrazgo del primer Maestre Guillem d’Erill, solo existían dos cargos o dignidades en la jerarquía de la Orden, el Maestre y el Clavero, cargo esta último, creado el mismo día de la fundación de la Orden, el 22 de julio de 1319, y que tuvo como función exclusiva la de mantener y proveer al convento de Montesa de todo lo necesario para el funcionamiento del mismo.
El Maestre era la máxima autoridad en la Orden, y durante toda la época medieval gozó de cierta supremacía sobre los freiles, y su poder se extendió en multitud de ámbitos, siendo el máximo poder ejecutivo, económico, jurisdiccional y representativo de la Orden. Cabe citar que, en el ámbito económico, era quien asignaba las encomiendas a los caballeros que serían nombrados comendadores.
El primer Clavero fue frey Erimà d’Eroles, e inicialmente no se le asignó ninguna encomienda, pero a partir de 1325, al Clavero se le asignó la encomienda de Sueca, para que sus rentas sirvieran de sustento para el convento. Mas, a finales del siglo XIV, el cargo ya estaba unido a las encomiendas de Sueca, Silla y Montroy, siendo las rentas de las dos últimas para uso personal del Clavero.
El segundo Maestre de la Orden, Arnau de Soler, creó la dignidad de Comendador Mayor, para evitar que se repitiera lo que había ocurrido con el primer Maestre de la Orden, que muriera sin tener un sustituto. La función del Comendador Mayor era substituir al Maestre en situaciones excepcionales, y convocar y presidir el Capítulo que debía elegir al sucesor de este, sin que eso le concediera ninguna ventaja en esa elección.
El primer Comendador Mayor fue frey Berenguer de Montoliu, inicialmente, procurador de la Orden en los castillos de Montesa, Silla, Sueca, Perpuchent, y de las casas de Valencia, y en 1321-1322 pasó a administrar también la encomienda de Les Coves de Vinromà.
La creación de la dignidad de comendador, vino acompañada de una progresiva descentralización y reparto de rentas y competencias iniciado por el segundo Maestre de la Orden Arnau de Soler, lo que llevó al establecimiento de algunos lugartenientes o gobernadores en ciertos castillos con las funciones de administradores de los bienes y rentas de la Orden
Con la aparición de los lugartenientes y comendadores concluyó el proceso de reproducción de la infraestructura que templarios y hospitalarios habían llevado a cabo antes que Montesa.
Aún se crearían algunos nuevos cargos o dignidades para dar solución a ciertas necesidades que se irían planteando. Entre estas dignidades menores encontramos el subcomendador, el subclavero, el obrero, los bailes y los denominados companyons o paniaguados, grupo este que representaba a los freires caballeros que todavía no habían accedido a una encomienda.
Cabe citar también, que las luchas internas fueron parte intrínseca de la Orden, siendo el gran poder del Maestre el que dio origen a algunas relaciones conflictivas como la de poder entre Maestre y Capítulo. O, la que habla del conflicto sobre el reparto de la renta entre el Maestre y los comendadores.
El capítulo articulaba un poder que debía equilibrar la toma decisiones en la Orden entre el Maestre y el resto de freires, aunque no siempre era así, pues de un lado la convocatoria del Capítulo se realizaba según el albedrío del Maestre, y de otro lado, el Maestre era el encargado de elegir y recibir a los freires y asignarles las encomiendas, por lo que el equilibrio de toma de decisiones, quedaba un tanto en entredicho.
A pesar de todo, el Capítulo consiguió obtener ciertas parcelas de poder con la bula de 23 de julio de 1326, que obligaba al Maestre a buscar la aprobación de este organismo para alienar o establecer bienes de la Orden. Y, aunque el Maestre consiguió mantener su poder casi intacto, en el reparto de la renta feudal, los comendadores consiguieron poco a poco invertir la situación.
El capítulo del 25 de mayo de 1330 realizado en la villa de Sant Mateu, durante el maestrazgo de Pere de Tous, marcó verdaderamente el inicio de la autonomía económica de los comendadores, aunque el reparto de la renta de la Orden de Montesa fue cuestionado y llevó a la jerarquización del reparto, sin ser este uniforme ni equitativo. Por su parte el Maestre, con la Mesa Maestral, se adjudicaría la encomienda más rica de las propiedades de la Orden, la Bailía de Cervera.
A finales del siglo XIV, los comendadores consiguieron arrebatar el control de su autonomía económica al Maestre, consiguiendo obtener la mayor parte de las rentas de sus encomiendas mediante un pago fijo a la Mesa Maestral, llamado “responsió”.
Como Orden religiosa y militar, los miembros de la Orden de Montesa estaban divididos en caballeros, que eran los encargados de las actividades militares. Y eclesiásticos, que se encargaban de actividades religiosas.
La regla cisterciense era la que organizaba a los eclesiásticos, los cuales se dividían entre los que se dedicaban a la vida contemplativa en el convento de Montesa beneficiándose de los bienes de la Orden, y los que ejercían funciones religiosas fuera del mismo, asesorando espiritualmente a los freiles caballeros, y los rectores de las diferentes parroquias sobre las que la Orden de Montesa tenía derechos eclesiásticos, era el llamado derecho de presentación.