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Juan Benito Rodríguez Manzanares, Patrono

Académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades
Académico de la Academia de Luminescência Brasileira

En este artículo voy a romper una lanza, (como suele decirse), por la lectura, pero no por cualquier tipo de lectura, sino por la lectura de poesía, esa hermana de la prosa y otras formas de escribir que tantos buenos ratos nos ha hecho y nos hace disfrutar, pero que a menudo está tan ninguneada, que llega a pasar desapercibida ante las grandes novelas superventas que las grandes editoriales nos invitan a leer.

La poesía es un arte literario que en no pocas ocasiones, se deja de lado en pos de leer esa novela que ha llegado a ser un referente de la actualidad más rabiosa, o esa novela que, por ser un clásico, debes leer pase lo que pase.

En no pocas ocasiones, también nos llama más la atención leer un ensayo que trate de un tema de nuestro interés, antes que leer buena poesía.

Y no es menos cierto que los libros profesionales, ya sean de esas personas que están cursando una carrera, o bien están estudiando un máster, o bien están realizando su doctorado, o bien están opositando, o bien están reciclándose en su habitual trabajo para estar siempre al día en la materia que implique su actividad laboral, les deja muy poco tiempo a la fantasía, les deja muy poco tiempo para solazarse con una lectura que no implique nada de carácter laboral… no les deja mucho tiempo para leer poesía.

Aunque la verdad es que todos, sin excepción, deberíamos tener ese momento de lectura placentera que nos llene el espíritu, ese momento de leer poesía, pues la poesía es un remanso de paz que todos deberíamos experimentar.

Dentro de la poesía podemos diferencias géneros como la poesía épica, lírica y dramática.

La poesía épica nos cuenta grandes gestas y hechos legendarios de los más diversos héroes, reales o de ficción, que se dejaron, literalmente, la piel para que nosotros podamos disfrutar con esas llamativas historias que elevan nuestro espíritu más combativo.

En la actualidad, el género épico se asimila al género narrativo, en el cual ya no es imprescindible que el autor de la poesía nos verse una bizarra gesta de un héroe, sino tan sólo que nos verse un acontecimiento de la vida cotidiana o de una fantasía más o menos cercana o lejana.

La poesía lírica es la que casi todos los poetas hemos trabajado con mayor profusión, pues en ella derramamos todas nuestras sensaciones, emociones, sentimientos… y es en la que plasmamos nuestros amores y desamores, o los de los personajes de nuestras poesías.

Pero de igual manera, también plasmamos el devenir de la muerte, tema este que, junto al amor y el desamor, son los más recurrentes en todo tipo de poesía.

Mas, como en este género de poesía, sobre todo, lo que se plasma son los sentimientos y emociones, también se incluyen los poemas dedicados a nuestros seres queridos, como nuestros padres, hijos… nuestras personas respetadas y admiradas a las que queremos brindar un sentido homenaje, como los poetas y escritores amigos o clásicos que consideramos merecedores de nuestros elogios, o las personas del ámbito político, religioso, cultural o de cualquier otro ámbito.

En este punto es muy habitual incluir la poesía religiosa, la cual siempre sale de lo más profundo y bello de nuestro corazón, aunque la realidad es que la poesía religiosa por sí misma, constituye todo un gran género.

Son pocos los poetas que no le han dedicado alguna poesía a algún santo a alguna virgen o a alguna figura religiosa de su devoción, ángeles, arcángeles…

Y en la poesía dramática encontramos los poemas dialogados, que unas verdaderas pequeñas obras de teatro concentradas en unos pocos versos, a los cuales se les da entrada con guiones, como en los libretos teatrales, y cada personaje tiene una característica personal que los distingue de todos los demás, pudiendo incluso llegar a disponer de un narrador.

Aunque he de decir que este género literario es mucho más usual en el teatro, donde se resuelve un conflicto entre varios personajes de una manera mucho más amplia y con más tiempo para desarrollar las acciones y toda la carpintería escénica que se requiere para poder llevar a buen término este tipo género literario.

Pero no sólo existen estos tres grandes grupos, pues tanto en poesía como en prosa, nos encontramos con otros géneros, como el infantil, el didáctico, el gore, las epopeyas, las fábulas, los epigramas, los romances y todo un sinfín de géneros y subgéneros que haría de este artículo toda una inmensa lista que, casi podríamos decir que no tendría fin.

Mas, por último y no menos importante, es la elección del poeta que queremos leer, pues de ello dependerá en gran medida que un posible lector de poesía que no esté demasiado convencido de que esta sea de su agrado, la abandone para siempre, o se enamore de ella con locura.

Así, cuando uno lee poesía de Gustavo Adolfo Béquer, Amado Nervo, Rosalía de Castro, Federico García Lorca, los Hermanos Machado, José Ángel Buesa, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Jorge Manrique, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Garcilaso de la Vega, Pessoa, Miguel Hernández, Concepción Arenal y otros cientos, otros miles de grandes poetas de todos los tiempos, es raro que el lector no se quede impregnado de la grandeza de sus versos, de la sutilidad y finura de los mismos, y de toda su belleza, llenándote el espíritu de amor, de sosiego, de paz… o de esa ira que se esconde en algunos de versos Pero de cualquier modo, de esa calidad que sin ninguna duda, te hará volver a leer poesía, con hambre de ello y con asiduidad.

Pero si en tus manos cae la poesía de algunos poetas, de los cuáles no voy a nombrar ni dar una lista, donde su poesía es grosera, sin sentido, falta de toda estructura, ética y moral, es muy fácil que tu concepto de la poesía cambie para siempre, o bien, se reafirme en decir esa frase tan típica, “Ves, por eso no me gusta la poesía”. Cuando realmente la poesía es belleza, es todo lo que una persona con los sentimientos a flor de piel puede pedirle a obra literaria.

Amigos míos, aunque vuestras actividades diarias os aparten en cierta manera de la belleza de la vida y os hundan cada día más en el pragmatismo de una sociedad que en no pocas ocasiones deja el amor, la belleza y los buenos sentimientos a un lado, procurad siempre un pequeño espacio de tiempo diario a la lectura de poesía, donde el calor de la misma os llene e inunde el espíritu.

Publicado en la revista El Monárquico, el domingo 20 de mayo de 2018