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LA ORDEN DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALÉN. ORIGEN E INICIOS. (I)

Juan Benito Rodríguez Manzanares, Patrono

Académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades
Académico de la Academia de Luminescência Brasileira

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro, creada en Tierra Santa, es reconocida como la Orden de Caballería más antigua del mundo, y así lo asegura el cronista francés André Tavin. Su objetivo principal y primordial, fue proteger el Santo Sepulcro de los infieles y las profanaciones que estos intentaran perpetrar. Su divisa es, Deus lo vult (Dios lo quiere).

Posteriormente, también en Tierra Santa, se crearía la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, más conocida como la Orden de los Templarios.

Cabe comenzar comentando que, Santa Helena, madre del emperador Constantino El Magno, se convirtió al cristianismo e influyó en su hijo para que este instaurara en cristianismo en el Imperio Romano, haciéndolo en 313. Santa Helena, durante el mandato de su hijo, viajó a Jerusalén para visitar el Santo Sepulcro, cuyo emplazamiento le fue revelado por el judío Quirino.

Para que Santa Helena pudiera honrar el Santo Sepulcro, ordenó construir un fastuoso templo en honor de la Gloriosa Resurrección de Jesucristo, el cual se construyó alrededor del sepulcro de Cristo y de la montaña del Gólgota, y en él estableció un cabildo de Canónigos, a los cuales Santa Helena les otorgó una regla para la organización de sus vidas y deberes.

La ocupación musulmana de los Santos Lugares en 638, y la separación de las Iglesias ortodoxa y cristiana el 16 de julio de 1054 en el llamado Cisma de Oriente y Occidente, convirtió a los religiosos del citado templo en cismáticos, abocándolos a una existencia penosa.

Aun así, sobrevivieron hasta la conquista de Jerusalén por los Cruzados en 1098, y tras ello, Godofredo de Bouillón expulsó de la ciudad a los religiosos cismáticos substituyéndolos por canónigos fieles a Roma y a la iglesia católica. Y, además, asignó al templo un grupo de caballeros que constituyeron así el germen de una Orden de Caballería, religiosa y militar, para que velaran por el templo del Santo Sepulcro y lo protegieran de posibles profanaciones, pues, aunque la guerra contra los musulmanes que habían ocupado Tierra Santa fuera justa y lícita, estaba totalmente prohibido que los clérigos mataran con armas a cualquier otro hombre, bajo pena de excomunión. Además, estos caballeros también velaban por los peregrinos que acudían a visitar los Santos Lugares.

La insignia que les fue concedida a estos guerreros monjes, fue una cruz formada por cinco cruces rojas en recuerdo de las cinco llagas de Nuestro Señor.

De esta manera nace la que sería la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, la cual es una orden católica creada en 1098, como ya he citado, tras la victoriosa primera cruzada en la Batalla de Antioquía, por Godofredo de Bouillón, duque de la Baja Lorena y Protector del Santo Sepulcro.

La Orden comenzó como una confraternidad mixta entre religiosos y soldados, que creció paulatinamente alrededor de los Santos Lugares de la cristiandad en Oriente Medio: el Santo Sepulcro y la tumba de Jesucristo.

Pasado un tiempo, el rey Balduino I de Jerusalén (hermano de Godofredo), dejando a un lado la regla que le otorgara Santa Helena a los primeros monjes del templo, oficialmente dotó a la Orden de su primer reglamento, el cual posteriormente sería imitado por algunas de las más grandes órdenes, como la del Temple y del Hospital.

Desde la creación de la Orden, los Caballeros del Santo Sepulcro se encargaron de protegerlo y ayudar militarmente a los reyes de Jerusalén desde Balduino I, pues dependían directamente de ellos, y en ellos recaía el Maestrazgo de la Orden, aunque realmente estaba delegado en el Gran Prior del Santo Sepulcro.

Al abrigo de la protección que los Caballeros del Santo Sepulcro hacían del mismo, numerosos príncipes y señores, se decidieron a peregrinar a Jerusalén, obteniendo esta Orden el reconocimiento de Pontífices y Reyes. Años más tarde, cuando ya se habían constituido otras grandes Órdenes, la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén recibió la primacía sobre todas las demás Órdenes en todos los actos religiosos y oficiales.

Algunos de los gloriosos hechos de esta Orden son que, luchó junto al rey Balduino I de Jerusalén en 1123, participó en los asedios de Tiro en 1124, de Damasco durante la Segunda Cruzada en 1148, y de San Juan de Acre en 1180.

El poder de la Orden del Santo Sepulcro llegó a ser comparable al de las órdenes de los Templarios y de los Hospitalarios, motivo por el cual, en 1131, el Rey de Aragón Alfonso I el Batallador, la declaró coheredera, junto a estas Órdenes, en el testamento que fijó para repartir sus dominios, el cual no fue acatado por los nobles aragoneses.

Tras la toma de Jerusalén en 1187 por los musulmanes de Saladino, la Orden pierde su asentamiento en la Ciudad Santa, hecho este que los convierte en unos “caballeros peregrinos”, trasladándose a Europa, y asentándose en países como Polonia, Francia, Alemania y Flandes, pero manteniendo vivo el espíritu de la cruzada que les permitiera volver recuperar los Santos Lugares. A partir de entonces, se dedicó al rescate de cautivos cristianos de manos de los musulmanes.

En España, La Orden del Santo Sepulcro, también obtuvo gran renombre al intervenir en numerosas batallas de la Reconquista contra los invasores musulmanes.

En 1496 el papa Alejandro VI creó el cargo de Gran Maestre de la Orden, otorgando a esta el estatus de una verdadera Orden de Caballería, confiándole la custodia de Tierra Santa, y el privilegio exclusivo de crear “Caballeros del Santo Sepulcro”. El Papado ha estado a cargo de la Orden hasta 1949. Desde esa fecha, han ocupado el cargo los siguientes cardenales:

1949 – 1960: Nicola Canali
1962 – 1972: Eugène Tisserant
1972 – 1988: Maximilien de Furstenberg
1988 – 1995: Giuseppe Caprio
1995 – 2007: Carlo Furno
2007 – 2011: John Patrick Foley
Desde 2011: Edwin Frederick O’Brien

Configurada la Orden y narrados sus primeros momentos, continuaremos indagando aún más en ella en otros artículos.

Publicado en la revista Las nueve musas, el jueves 1 de abril de 2018