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El autor repasa la actuación de una institución estatutaria valenciana que defiende y promueve la unidad de la lengua catalana.

«Lo grosser per apte veig passar». Ausiàs March.

Nuestro Estatuto de Autonomía configura a la AVL como la institución normativa del idioma valenciano (artículo 6.8), que, junto con otras, es una institución de autogobierno de la Comunidad Valenciana que constituye la Generalitat, de ahí su rango estatutario y el máximo nivel legal que se le ha otorgado (artículo 20). «Tiene por función determinar y elaborar, en su caso, la normativa lingüística del idioma valenciano» (artículo 41). Nadie puede dudar de que es, por ley, una de las instituciones más importantes de nuestro autogobierno. Por su parte, la institución homóloga catalana, el IEC creado en 1906, con su Sección Filológica de 1911, con rango legal inferior, es la encargada de establecer la normativa lingüística del catalán por mandato de la ley catalana 8/1991, de 3 de mayo.

La ley 7/1998 de 16 de septiembre de la Generalitat Valenciana crea la AVL y le obliga a «velar por el valenciano partiendo de la tradición lexicográfica, literaria y la realidad lingüística genuina valenciana…» (artículo 3); a superar «el conflicto esterilizador que se perpetúa entre nosotros sobre el nombre, la naturaleza y la normativa de la lengua propia de los valencianos» (artículo 4) y a «velar por el uso normal del valenciano y defender su denominación e identidad» (artículo 7.1). Para ello podrá tener relaciones horizontales -no subordinadas o subsidiarias de otro-, con acuerdos de colaboración -no de sumisión- con otros organismos académicos (art. 9.2 y 3).

Nobles funciones si se hiciera honor a las mismas y no se vulneraran groseramente con decisiones y acuerdos como el que les cuento. El 31 de enero de 2020 se reunió de urgencia el Pleno de la Academia al objeto de ratificar, (no estudiar, analizar y debatir, sino solo ratificar), un documento remitido por la Sección Filológica del IEC el 29 de diciembre anterior. Por el voto del Presidente y 15 académicos más, con 4 en contra y 1 abstención, se ratificó el documento, sin tocar una coma. Una Comisión Técnica balear, haría lo propio.

El documento sobre la lengua, se titula: ‘Acuerdo de cooperación para una normativa inclusiva y unitaria’, incorporando un oxímoron, pues lo inclusivo incorpora lo diferente y hasta lo discrepante y lo que es unitario lo anula en pro de una única interpretación de la lengua. Dice el ‘acuerdo’ que «las tres instituciones asumen la unidad de la lengua catalana llamada valenciano en el territorio de la Comunidad Valenciana». Lo que dice la Academia (que no es de todos los valencianos desde su creación), es que los valencianos a pesar de que hablemos valenciano en realidad estamos hablando catalán, aunque nos dejan llamarlo valenciano en nuestro territorio, pero que cuando salimos de él, automáticamente, es catalán. Además, querido lector, percátese del verbo empleado, «asumir», es decir, tomar para sí, hacerse cargo, aceptar, dar por cierto, ergo, lo que no necesariamente es.

Ahí tienen ustedes a toda una institución valenciana que forma parte del corazón de nuestra organización estatutaria, acordando en su pleno ratificar sumisamente un documento remitido por un departamento de una institución catalana. Poco respeto y aprecio se tienen esa mayoría de académicos, y, lo que es peor, a la institución que representan.

Si la AVL acepta la unidad de la lengua y que el valenciano es catalán, pierde toda función normativa sobre el valenciano (catalán), pues se somete a la ley catalana que reserva al IEC esa facultad por lo que la entidad valenciana pasa a ser superflua por ser subordinada y/o subsidiaria de la catalana lo que va en contra de nuestras normas legales. La dignidad del pueblo valenciano, nuestra autoestima y las normas legales valencianas fueron conculcadas al someter el nombre y entidad del valenciano, al catalán, agrandando todavía más la brecha que genera el conflicto lingüístico en nuestra tierra en contra de su obligación de conseguir superarlo.

Para algunos, la Academia lleva 20 años trabajando con gran honor y eficacia en su trabajo, como acredita el hecho de que en una encuesta de 2019 el 2% de los valencianos haya comprado su último libro en valenciano (frente al 5% de los vascos y gallegos, el 12% de los baleares y el 28% de catalanes).

La unidad del catalán no es un hecho objetivo, científico, histórico o social. Nunca ha existido. No se dan cuenta que no depende de los catalanes sino tan solo de los valencianos, si nosotros no firmamos, el montaje de la unidad se desmorona. Da grima pensar que para algunos la bondad de este acuerdo consiste en que, por fin, el IEC ha reconocido la existencia legal de la AVL, como si no existiéramos sino somos reconocidos por los catalanes, que mantienen un modelo lingüístico nacionalista, expansionista, centralista, esencialista y elitista, sin olvidar que en su origen fue secesionista del provenzal, al que siempre reconocieron pertenecer, hasta que en un manifiesto de octubre de 1934, decidieron, por su sola voluntad, que eran lenguas diferentes para sentar así las bases de un movimiento político nacionalista que hubiera nacido mermado y sin fuerza, si se admitía la procedencia provenzal del catalán y que ha mutado, ya hace años, en independentista.

El coste de la AVL que pagamos todos los valencianos en el 2020 fue de 3.407.260 € (serà per diners) y con nuestro dinero han incumplido las leyes valencianas, sometiéndose a la catalana que no pasaría de Ulldecona, si no fuera por la AVL. Nada honorable ni ilustre. Ellos siguen impertérritos con su dogma acientífico, agravando más la desunión de los valencianos, nuestra vertebración y autoestima, cediendo lo nuestro e incorporándonos de soslayo a Cataluña reconociendo la primacía de su lengua e identidad.

Contra la llei valenciana: gravíssim contrafur. Té solucions.

Las Provincias: Sábado, 13 marzo 2021

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