Skip to main content

LA ENTELEQUIA DE UN PROYECTO QUIMÉRICO

José Vicente Gómez Bayarri

Historiador
Académico de número de la Real Academia de Cultura Valenciana

Las declaraciones del diputado de Esquerra Republicana de Catalunya Joan Tardá sobre sus pretensiones anexionistas de las tierras valencianas que fueron pronunciadas en la moción de censura debatida el 31 de mayo de 2018 contra el Presidente de España Mariano Rajoy han sido elocuentes.

La cuestión de los quiméricos “Países catalanes”, de la “Gran Cataluña” o de la “Nación catalana” no es un tema nuevo, ni banal; ni tampoco una paranoia de algunos valencianos, como lo calificó el Presidente de la Comunidad Valenciana Ximo Puig, quien reiteró al respecto, el 31de mayo de 2018, que “estamos dispuestos a sumar con el gobierno catalán en temas culturales”, afirmación replicada por Isabel Bonig, Presidenta del PP en la C. V  que dijo que “pedir a Torra que sume esfuerzos es el abrazo a la hoja de ruta secesionista en la Comunitat”. Estos asertos confirman que es un problema político de inmediato futuro, ya denunciado en 1978 por el erudito Vicente Ramos, que fue académico de la Real Academia de Cultura Valenciana, en su libro Pancatalanismo entre Valencianos.

El origen del pancatalanismo podemos remontarlo a las ideas decimonónicas del nacionalismo exaltado de Enric Prat de la Riva y de Antoni Rovira i Virgili. Como apuntó J. Solé-Tura, el catalán Prat de la Riva alumbró visiones imperialistas que respondían a las aspiraciones profundas de la burguesía catalana y que eran el corolario lógico de la teoría y la práctica nacionalista, erigiéndose en un caudillo de un nacionalismo racista y místico burgués, propio de un sentimiento supremacista.

El escritor y político valenciano Vicente Blasco Ibáñez, en 1907, arremetía contra las ambiciones de cierta burguesía catalana, y se preguntaba: ¿Piensan los catalanistas que Valencia es tierra huérfana de voluntad y de caracteres?; ¿Qué ejemplo imitan, pues, los catalanistas al intentar aquí un desembarco unidos al desvergonzado y cínico Soriano?; ¿Qué se les ha perdido aquí, si nadie les llama, ni los necesitamos ni son útiles a Valencia?

Nuevos estímulos para impulsar la Gran Cataluña surgieron al instituir “Òmnium Cultural” premios de cariz pancatalanista. Entidad que creó en 1969, bajo la presidencia de Riera Sala, el “Premi d’Honor de les Lletres Catalanes” con el objetivo de galardonar, como recogen las bases de la convocatoria, “a una persona que, por su obra, literaria o científica, escrita en lengua catalana, y por la importancia y ejemplaridad de su trabajo intelectual, haya contribuido de manera notable y continuada a la vida cultural de los Países Catalanes”. Entre los valencianos que han sido galardonados con este premio citamos al profesor Manuel Sanchis Guarner,  al ensayista Joan Fuster, al poeta Vicente Andrés Estellés y a la escritora Isabel-Clara Simó.

Las revoluciones de tipo cultural que inoculan el germen de las trasformaciones culturales, sociales y políticas son transcendentes porque actúan sobre las mentes de jóvenes en etapas de formación docente e intelectual. Preguntado al que fuera catedrático de Arqueología de la Universidad de Valencia Miquel Tarradell a finales de los años 60 del siglo XX ¿Son realmente una entidad política los países catalanes? Su respuesta fue: “Es claro que sí; la conciencia de entidad política se crea en la escuela”. El arquitecto y escritor mallorquín Josep Quetglas Riusech afirmó en 1976: “El País Valenciano y las Islas son regiones políticas, no de la nación española, sino de la catalana. El presidente de la Generalitat catalana, Jordi Pujol, calificó el trabajo de E. Climent como “los frutos de un esfuerzo que formarán parte para siempre del patrimonio de nuestro país, nuestra cultura y nuestra lengua” y el editor Climent manifestó: “desde cada uno de los Países Catalanes hemos de reemprender el proceso de cohesión de nuestra nacionalidad común”.

El denominado “Programa 2000 Dolça Catalunya” recoge la estrategia diseñada en 1990, durante el mandato del Presidente de la Generalitat Catalana Jordi Pujol, para introducir el nacionalismo en todos los ámbitos catalanes. Dentro de la enseñanza se marcaba entre otros, los siguientes objetivos y actividades para impulsar el sentimiento nacional:

1.-Exigir el correcto conocimiento de la lengua, historia y geografía de Cataluña y de los Països Catalans a todos los profesores, maestros y alumnos. Elaborar las herramientas didácticas correspondientes y obligar a los inspectores su cumplimiento.

2.- Elaboración de un plan de formación permanente y de reciclaje del profesorado que tenga en cuenta los intereses nacionales. Incentivación positiva de los cursos de reciclaje.

3.-Editar y emplear libros de texto sobre la historia, geografía, arte, literatura, economía, etc, de Cataluña y de los Països Catalans. Establecer acuerdos con editoriales para su elaboración y difusión, con subvenciones si es necesario.

El “Programa 2000” se marcó unos objetivos que vienen estructurados en los siguientes apartados del proyecto: 1. Pensamiento. 2. Enseñanza. 3. Universidad e Investigación. 4. Medios de Comunicación. 5. Entidades Culturales y de Ocio. 6. Mundo Empresarial. Proyección Exterior. 8. Infraestructuras. 9. Administración.

El 30 de abril de 2018, la profesora catalana Teresa Freixes declaraba: “Els catalans sabem que la veritat és ben diferent. El “Programa 2000” diseñó la infiltración del nacionalismo en toda la sociedad catalana, vislumbrado en el “avui paciència, demà independència“. Se trataba de esperar el momento adecuado; y fue cuando Rodríguez Zapatero llegó al poder en el gobierno de España y se inventó el “nou estatut d’Autonomia català” con el Partido Socialista Catalán”.

Rompiendo con la racionalidad, factores diversos indujeron a Carles Puigdemont a quebrantar la Carta Magna constitucional que fundamenta el Estado de Derecho y a desafiar al Estado Español y al Tribunal Constitucional convocando la pantomima electoral del 1 de octubre de 2017 en Cataluña para impulsar el proceso independentista.

La entelequia de los países catalanes es una megalomanía, una ambición que está en plena virulencia, una ficción anti-histórica y un producto genuino de una exacerbada política antidemocrática que infringe el texto y el espíritu de la Constitución Española de 1978.

Publicado en Las Provincias el martes 12 de junio de 2018, página 30