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EVOCACION DEL 25 DE ABRIL

José Vicente Gómez Bayarri

Historiador
Académico de número de la Real Academia de Cultura Valenciana

El 25 de abril de cada año se evoca la “desfeta d’Almansa”. Vaya por delante que personalmente no nos gusta celebrar derrotas, pero tampoco olvidarlas. Esta efemérides sirve para recordar lo que significó el proceso de centralización de los Borbones y reflexionar sobre las reacciones que se produjeron en ciertas clases sociales en el Reino de Valencia por las disposiciones dictadas.

El testamento del rey Carlos II nombraba sucesor a la corona española a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. La instalación en el trono de España de un Borbón no era bien visto por diversas cancillerías europeas que se oponían a este nombramiento y a la formación de un bloque hispano-francés. Este hecho provocó que ciertas potencias europeas constituyeran una alianza y apoyaran la candidatura del archiduque Carlos de Austria. El desenlace a esta cuestión dinástica desencadenó la “Guerra de Sucesión a la Corona de España”, y en el territorio valenciano el enfrentamiento de las tropas de los dos aspirantes en la “Batalla de Almansa”, que tuvo lugar el 25 de abril de 1707. Los partidarios de Felipe V fueron llamados “botiflers” y los del archiduque Carlos “maulets”.

La pugna tenía una clara connotación política: la Casa de los Borbones representaba un absolutismo centralizador; la Casa de Austria un imperialismo descentralizador.

La Guerra de Sucesión a la Corona de España no estuvo motivada por aspiraciones nacionalistas en ninguno de los territorios de la Corona de Aragón en los que una parte de sus ciudadanos apoyaron la causa de la dinastía de los Austrias -Valencia, Aragón, Mallorca Cataluña-, ni hubo reivindicaciones propias de un Estado Moderno.

En un cuadro que se puede contemplar en la Basílica de la Virgen de los Desamparados se puede leer: “El 8 de diciembre de 1706 en esta iglesia el archiduque Carlos, entonces rey de Valencia, y los tres estamentos juraron defender la Purísima Concepción de la Santísima Virgen María. Laus Deo”.

El posicionamiento de gran parte de los valencianos a favor del aspirante austracista indujo al rey Felipe V, una vez entronizado, a derogar los fueros e instituciones propias: se procedió a la disolución del Consejo General, se suspendió la aplicación del derecho foral valenciano y se constituyeron ayuntamientos según modelo castellano. Estos hechos significaron un proceso de “desforalización o desvalencianización” en aspectos políticos, jurídicos, socioculturales y sociolingüísticos. El Monarca lo justificó por derecho de conquista, como se deduce del contenido del Decreto firmado por Felipe V en el Buen Retiro el 29 de junio de 1707.

Dicho decreto y los desastres ocasionados por el conflicto dieron origen al aforismo: “Quan el mal ve d’Almansa a tots alcança”, que refleja el sentimiento de la pérdida colectiva de nuestras instituciones forales y del derecho de cierto grado de autogobierno. Los valencianos vimos abolidos “Els Furs” que habíamos mantenido desde la fundación de la entidad política del Reino cristiano de Valencia en el siglo XIII por Jaime I.

Una serie de órdenes emanadas del poder central tuvieron como finalidad esencial la uniformidad del Estado. Su estructura se asemejará cada vez más a un Estado unitario que se sustentaba y ejercían institucionalmente el Capitán General, la Audiencia y el Intendente, mientras la organización del territorio y de los municipios corría a cargo de los corregidores.

Las consecuencias y reacciones originadas no se hicieron esperar. De nada, sirvieron las respetuosas súplicas del pueblo valenciano que veía perdidas las libertades forales instituidas por el rey Jaime I y por los sucesivos reyes medievales del Reino. La actuación de muchos regidores valencianos, prestos a cumplir estrictamente las órdenes emanadas del poder borbónico, coadyuvó a conseguir los objetivos marcados por el poder central.

No todo fueron parabienes para la política centralista impuesta por los Borbones, ni siempre los gobernantes fueron ejemplos de virtudes, lo que originó que el pueblo llano manifestase su descontento acudiendo, en ocasiones, a la sátira política para denunciar la actuación de ciertos personajes corruptos en el desempeño de su función gubernativa. Las manifestaciones de descontento tuvieron su vía de expresión en pasquines, folletos, gacetillas. Se llegó a afirmar: “A Valencia vienen sin ropa y en pocos días abundan de dinero, familia y conveniencias”.

Si en el Siglo de las Luces (s. XVIII) se produjo un proceso de castellanización; actualmente ciertos organismos e instituciones y un sector de población están fomentando e impulsando un proceso similar, pero de catalanización, que pretende desvirtuar la personalidad cultural y política de la actual Comunidad Valenciana.

La mayoría de los valencianos sabemos de dónde venimos, quiénes somos y lo que aspiramos a ser.

Publicado en Las Provincias el lunes 23 de abril de 2018, página 22