José Vicente Gómez Bayarri
Historiador
Académico de número de la Real Academia de Cultura Valenciana
La identidad y sustantividad de un territorio viene determinada por su proceso histórico. El historiador francés Jacques Maritain subrayó que cualquier desnaturalización histórica condiciona, de manera decisiva, la personalidad colectiva de un pueblo. A los independentistas catalanes les sugerimos que no falseen la Historia con adoctrinamientos, ni pretendan implantar el sentimiento soberanista con actos de violencia, ni impulsen la expansión de su quimérico y visionario proyecto cultural y político de los países catalanes. Con el control y el dirigismo en la tramitación de conocimientos y la tergiversación y manipulación de la Historia aspiran a hacer realidad su obsesivo proyecto.
Personalidades de los poderes públicos valencianos están abrazando el soberanismo catalán y dando su apoyo a las reivindicaciones catalanistas y al proceso de constituir los quiméricos países catalanes. Para conseguir este fin quieren aplicar en la Comunidad Valenciana métodos y estrategias similares a las implantadas por la Generalitat Catalana. Estrategias ya recogidas en el denominado “Programa 2000, Dolça Catalunya”, que es un documento que se diseñó en 1990, durante el mandato del Presidente de la Generalitat Catalana Jordi Pujol, para introducir el nacionalismo en todos los ámbitos catalanes. Programa desarrollado posteriormente por otros presidentes catalanes socialistas – Pascual Maragall y José Montilla-, y convergentes o afines -Artur Más, Carles Puigdemont y Quim Torra.
El “Programa 2000” se marcó unos objetivos que vienen estructurados en los siguientes apartados del proyecto: 1. Pensamiento. 2. Enseñanza. 3. Universidad e Investigación. 4. Medios de Comunicación. 5. Entidades Culturales y de Ocio. 6. Mundo Empresarial. 7. Proyección Exterior. 8. Infraestructuras. 9. Administración.
En su día para incubar el proyecto y hacer más viable el proselitismo catalanista aspiraban a ejercer el control de los instrumentos señalados y alcanzar los fines propuestos para aumentar la conciencia nacional.
La simpatía, la atracción y el mimetismo por el proceso independentista catalán de ciertos cargos políticos de la Generalitat Valencianas es una realidad. Actualmente se están produciendo injerencias espurias. La connivencia entre el President de les Corts Valencianes, Enric Morera, y el del Parlament Català, Roger Torrent, en los actos de los Premios Octubre organizados por Acció Cultural del PV y en el Congrés “La Veu del Regne”, celebrado en Alicante, para conmemorar los 600 años de la creación de la Institución de la Generalitat Valenciana son ejemplo de ello, aunque reconociendo que Morera está en su derecho de asistir a los actos que desee. Es conveniente recordar que dicha Institución, fundada en 1418 en el reinado de Alfonso el Magnánimo sólo tuvo, en sus orígenes, una finalidad fiscal y recaudatoria de impuestos.
Como pudimos observar, en la manifestación celebrada el día 29 de abril de 2017 en la ciudad de Valencia se jalearon los objetivos de los grupos separatistas catalanes de extender sus pretensiones a la Comunidad Valenciana. Así, referentes del proceso soberanista catalán, como el Òmnium Cultural con su presidente Jordi Cuixart a la cabeza o formaciones políticas radicales, como la CUP, aprovecharon la marcha convocada por Acció Cultural del País Valencià (ACPV) para dejar claro su vocación de construir los países catalanes a través de la lucha por los derechos sociales y nacionales.
En la manifestación se exhibieron banderas separatistas y contó con la presencia de la diputada nacional del PSOE Ana Botella y con representantes del partido político Compromís. Algunos socialistas «se han dejado arrastrar por Compromís» y «sí que aspiran a convertir la Comunidad Valenciana en una sucursal del catalanismo».
En ciertas decisiones adoptadas algún gobernante de la Generalitat Valenciana sigue la estela de nuestros vecinos del norte. El conseller de Educación Vicent Marzá, miembro del partido Compromís, no engaña. El discriminatorio modelo lingüístico que desea implantar, a pesar de las sentencias judiciales en contra, es un ejemplo. El nacionalismo catalán es contumaz. Busca quintas columnas valencianas para hacer realidad su sueño y su anhelo anticonstitucional, y lo encuentra en algunos políticos, en las movilizadores de masas y en sectores de ciudadanos.
Las intromisiones de la Generalitat Catalana les lleva a regar con ingentes cantidades de dinero público a organizaciones filocatalanistas que fomentan y favorecen, con finalidad bastarda, este proyecto con el beneplácito de algunos partidos políticos valencianos, como publicó el diario decano de la CV, LAS PROVINCIAS.
Nuestro Presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ¿continuará manteniendo y también dirá que este hecho es irreal y, consecuentemente, es una “paranoia” que solamente está en la mente de algunos valencianos? O ¿negará la asistencia de cargos relevantes de su gobierno y de “les Corts” a actos de exaltación de los presos políticos ocultándolo en su agenda oficial de trasparencia? Y aun, reconociendo su derecho a manifestarse cuándo y dónde lo deseen, no me desmentirán que se fletaron autobuses procedentes de Cataluña para participar en actos en los que se proclamaron consignas independentistas y a favor de los países catalanes en la ciudad de Valencia en la celebración del “9 d’Octubre” de 2018, día de la nacionalidad valenciana.
Un proceso de despersonalización valenciana produciría, como subrayó el historiador valenciano Antonio Igual Úbeda, la “desustanciación de Valencia”.