Juan Benito Rodríguez Manzanares, Patrono
Académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades
Académico de la Academia de Luminescência Brasileira
En 1979, la banda británica Buggles, nos regaló con un tema titulado Video killed the radio star (El vídeo mató a la estrella de la radio), pero es un hecho claro que esa premonición musical nunca se ha cumplido, pues el vídeo no sólo no ha matado a la estrella de la radio, sino que ha aprendido a convivir con ella, teniendo ésta el lugar de privilegio que siempre ha tenido entre la población mundial.
Tanto el vídeo como la radio han sabido acomodarse a las nuevas tecnologías, adoptando nuevas maneras de mostrarse en público, así los formatos digitales como el mpg o el mp4 para vídeo y las emisiones radiofónicas a través de internet son dos de las modalidades en que han devenido los tradicionales vídeos y emisiones de radio, pero su esencia sigue siendo la misma, y ambas siguen vivas, activas y con una proyección de futuro digna de envidia, sobre todo para la radio, un formato de comunicación que realizó su primera emisión el día de Nochebuena de 1906 de la mano de Reginald Aubrey Fessenden y que ya cuenta con 111 años de vida.
Del mismo modo podríamos realizar un paralelismo entre el teatro el cine y la televisión. Así pues, cabe citar que el origen del teatro se pierde en la noche de los tiempos, pues prácticamente todas las culturas se han manifestado en este aspecto en algún momento de su recorrido como civilización, siendo griegos y romanos quienes contribuyeron enormemente al desarrollo de esta forma de comunicación con la construcción de unos teatros impresionantes, normalmente a cielo abierto.
Los autores teatrales se han ido sucediendo, elevando cada vez más el listón de la dramaturgia y complicando a las siguientes generaciones la forma de superar a sus predecesores, pero afortunadamente, cada generación en su momento ha sabido salir airosa de este brete, reinventando el teatro una y mil veces, buscando múltiples y diferentes maneras de expresar al público unas historias llenas de miedo, estupor, humor, risas, congojo… en géneros como las comedias, las tragedias, la unión de ambas las tragicomedias, la farsa, los entremeses, la ópera, la zarzuela, o los sainetes entre otros, siendo el monólogo, no el dramático, sino el cómico, el que en estos tiempos en que vivimos está tomando un auge espectacular.
El cine fue, y es, un gran competidor del teatro, y desde que el 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumière proyectaran públicamente la película de pocos minutos, Salida de obreros de una fábrica francesa en Lyon, el cine conoció un vertiginoso camino para pasar del cine mudo, como se inició, al cine sonoro, con la mítica película, El cantor de Jazz, y de aquí al cine en color, el cual se inauguró en este sentido en el teatro Palace-Varieté de Londres, aunque la primera película que podríamos decir que fue en color tal y como ahora lo entendemos, fue Flores y árboles de Disney en 1932.
Cuando irrumpió el cine con fuerza arrolladora, muchos actores de teatro se sintieron atraídos por este nuevo sistema, y así, el cine fue un lugar donde se dieron cita numerosos actores que vieron en este sistema el mejor medio para desarrollar su profesión.
Mas tarde llegó el tercero en discordia, la televisión, y tras las primeras retransmisiones que llevó a cabo la BBC One en Inglaterra en 1927, este formato de transmisión de ideas que llegaba hasta el propio hogar sin tener que desplazarse a ningún local para disfrutar de un programa donde simultáneamente se podían ver sincronizadas imagen y sonido, tomó un gran auge que sigue vigente hoy en día, pues se tiene todo a un solo clic en el propio hogar.
La televisión llegó a nuestro país el 28 de octubre de 1956 con las primeras retransmisiones de TVE (Televisión Española), posteriormente llegaría el color, las televisiones rectangulares, planas, de plasma… y un sinfín de formatos y modelos hasta llegar al maremágnum de formatos de televisión existentes en la actualidad, incluido los sistemas de transmisión por cable o streaming, que tan popular se está haciendo en nuestro entorno doméstico y profesional.
Mas, pasados 122 años desde que el cine iniciara una frenética carrera que ha desembocado en sistemas digitales 3D donde los efectos especiales y visuales son casi el 100% del metraje de la película. Y pasados 90 años desde que se realizara la primera retransmisión de televisión llegando a unos rudimentarios receptores en blanco y negro, con tubo de rayos catódicos y pantalla casi circular… el teatro no es que no ha muerto a manos del cine o la televisión, sino que en cada momento de la historia, ha estado vivo y dando al mundo obras dramáticas y autores teatrales como Don Juan Tenorio de Zorrilla, Hamlet de William Shakespeare, La celestina de Fernando de Rojas, La Vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Zarzuelas como Agua Azucarillos y aguardiente de Carrión y Chueca, El barberillo de Lavapies de Romero, Fernandez-Shaw y Serrano, La corte de Faraón de Perrín, Palacios y Lleó. O sainetes como Valensia a la matiná de Eduardo Ecscalante, Cosa sèria de Paco Barchino, El virgo de Visanteta de Josep Bernat i Baldoví, o más actualmente, quien escribe este artículo, Juan Benito Rodríguez Manzanares, con su Nela i Francesc.
El teatro tiene un encanto especial, el contacto con el público y el calor del mismo, saber in situ, lo que el público está sintiendo con la obra y si ésta les está llegando a los corazones. El aplauso caluroso del público hacia unos actores que literalmente se han “dejado la piel” por representar una farsa que los abstrajera de sus quehaceres habituales, aunque tan sólo fuera por unos minutos…
Al teatro lo envuelve un halo de magia que difícilmente otros medios de contar historias, podrá superar nunca. ¡El teatro es vida!
Así pues, todos los que amamos el teatro, esperamos y deseamos que los derroteros teatrales nos deparen un sin número de alegrías, sentimientos y emociones que tan sólo el teatro con su aroma y encanto especial nos puede hacer sentir.
¡Mucha mierda!