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EL HÁBITO DE LA LECTURA

By 8 septiembre, 2017marzo 16th, 2018Artículo, Juan Benito Rodríguez Manzanares, Patronos

Juan Benito Rodríguez Manzanares, Patrono

Académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades
Académico de la Academia de Luminescência Brasileira

Queridos amigos hoy quiero hablaros de algo que en ocasiones puede llegar a ser etéreo, difuso, y que puede perderse disuelto entre todo lo que tenemos a nuestro alrededor, pero que nosotros, todos nosotros, tenemos el poder de materializar en cualquier momento y lugar, pues todos nosotros tenemos la capacidad, el gran poder de leer, sí, el gran poder de leer.

En no pocas ocasiones, la magia de la lectura nos ha cambiado la vida, aunque nosotros no sepamos cómo ha sido, o simplemente, aunque no pensemos que el hábito de leer nos puede cambiar la vida de una forma tan radical, que, puede incluso cambiar nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestra forma de ver y entender la vida… nos puede cambiar a nosotros mismos. Más de una revolución se ha iniciado a través del contenido vertido en un libro.

Un libro puede hacer que cuando te sientes triste te levante el ánimo, o que cuando estés contento te haga estallar en grandes carcajadas. O que cuando necesites esa ayuda que no sabes dónde encontrar, te la ofrezca en sus páginas… unas páginas que duermen tranquilas en cualquier estantería esperando que cualquier ávido lector necesitado de ellas o esperanzado en encontrar en ellas un remedio, una solución, una salida o simplemente unos buenos momentos de pura diversión, las lean, sacando de ellas todo lo mejor que el lector pueda encontrar en las mismas.

Y digo, todo lo mejor que el lector pueda encontrar en ellas, pues en ocasiones los libros se prestan a ser bastante interpretativos y cada lector puede encontrar en ellos lo que piensa que el autor está diciendo, o, lo que cada lector espera encontrar en ese libro que tiene entre sus manos, pues también es un hecho, que el estado de ánimo con que se afronta la lectura un libro, nos predispone a entender en él una cosa u otra, e incluso a continuar o no leyéndolo.

Hay una frase del saber popular, que dice, “No soy lo que escribo, sino lo que sientes al leerme”, así pues, cada persona al leer un libro, puede sentir sentimientos y emociones idénticas, o tan diametralmente opuestas, que es talmente como si hubieran leído libros distintos.

Algunos libros tienen el poder de transmitir conocimientos, esos que hacen que la humanidad pueda seguir adelante con su incansable escalada hacia el futuro, ese que cuanto más nos acercamos a él, más lejos está, pero que tanto nos afanamos por llegar al mismo, y esto es posible gracias a que las generaciones que van sucediendo a las anteriores, no parten de cero en sus investigaciones, sino que parten des del punto donde lo dejó su anterior generación.

Los libros también tienen el poder de llevarte a lugares lejanos o cercanos, reales o ficticios y contarte historias que nunca hubieras imaginado, con personajes que en algunas ocasiones pueden ser de tu predilección, y en otras estar totalmente en contra de ellos, pero, en cualquier caso, haciéndote volar libre en mundos paralelos al plano real en los que solazarte y pasar miedo, o, disfrutar de alegrías, llorar, reír, o, involucrarte en la más cálida historia de amor.

Luigi Settembrini, escritor italiano, dijo, “A menudo en tu vida te encontrarás con que un libro es mejor amigo que un hombre” No sé si esa frase se ajusta totalmente a la realidad, pues todos tenemos en la vida muy buenos amigos por los que daríamos todo lo que tenemos. Pero lo que sí que se ajusta totalmente a la realidad es que tus amigos, incluso tus mejores amigos, tienen unos conocimientos definidos por sus vivencias, por sus estudios, por sus creencias… pero en los libros, lo hallarás todo, absolutamente todo lo que necesites en todos y cada uno de los momentos de tu vida. Realmente son un verdadero pozo sin fondo información en todos los sentidos, y en este extremo un libro, sí que es un muy buen amigo.

John Fitzgerald Kennedy, el que fuera el trigésimo quinto presidente de los Estados unidos, dijo en cierta ocasión que, “Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.” Afirmación que es tan cierta y lapidaria, que no admite ni una discusión.

Y Confucio, gran pensador chino nacido en 551 a.C., ya decía entonces, “No importa lo ocupado que piensas que estás, debes encontrar tiempo para leer, o entregarte a una ignorancia autoelegida.” Siendo esta sentencia totalmente vigente en la actualidad y tan cierta como que necesitamos respirar para vivir. En los libros está todo el conocimiento en todos los sentidos de nuestra humanidad.

Con estos tres ejemplos de frases dichas por personas relevantes y bien conocidas por todo el mundo, he querido plasmar que el hábito de la lectura no es sólo un privilegio de unos cuantos, de unos pocos “ratones de biblioteca”, sino que todos, absolutamente todos en cualquier época de la vida y estamento social en el que nos encontremos, podemos adquirir ese hábito de la lectura con el cuál, nos hacernos acreedores y poseedores de todo el saber conocido, y tener todo el mundo, todo el universo a nuestros pies.

Mas, no todo estriba en el arte de leer todo aquello que cae en nuestras manos, como muchas personas se vanaglorian en decir, pues en nuestro diario hábito de la lectura, debemos ser exigentes y seleccionar muy bien los libros que van a formar parte de nuestra vida y nuestros conocimientos, pues, y con esta sentencia concluyo este artículo, no olvidemos nunca esta frase de Mark Twain, “La persona que no lee buenos libros, no tiene ventaja sobre el que no puede leer.

El Monárquico. Publicado el domingo 3 de septiembre de 2017