José Aparicio Pérez
Académico de la Real Academia de Cultura Valenciana
San Vicente Ferrer, el Pare Vicent para la multitud de fieles que le seguían a todas partes y para los que escuchaban con fervor y deleite sus enseñanzas, predicaciones y exhortaciones por buena parte del orbe cristiano; Santo, Intelectual y Evangelizador como resumimos con tres adjetivos el compendio de toda una vida dedicada al servicio de la Humanidad.
Tan grande fue su proyección en todos los sentidos que ha llegado íntegra hasta nuestros días, lo que podemos comprobar no solo por su veneración , mantenida y creciente en su ciudad natal y en Vannes donde reposan sus restos, sino en todos los lugares por donde pasó dejando un mensaje de paz, esperanza, y caridad, propios del cristianismo universal ya.
Grandeza que se evidencia también en que los contrarios a su mensaje han ido dejando su herencia de odio y animadversión en otras gentes, que continúan manifestándolo públicamente como hemos visto recientemente en ridículos actos caricaturescos o en el rechazo y oposición a públicos reconocimiento de la validez de su imperecedero mensaje a través del tiempo y del espacio.
Desgraciadamente, si hubiera nacido en nuestro tiempo San Vicente, se hubiera visto obligado a repetir la misión que desarrolló entonces, por absolutamente necesaria todavía a pesar de los avances en muchísimos aspectos, especialmente en los tecnológicos y científicos tanto en el micro como en el macrocosmos en donde se desarrolla la vida humana, porque en los morales siete continúan siendo los pecados capitales y ni uno solo ha desaparecido, veamos: la Lujuria crece en intensidad y la Pederastia corroe incluso a la misma Iglesia, por la naturaleza de sus pastores tal y como ha lamentado y condenado el Papa Francisco; la Avaricias corrompe a nuestra sociedad, especialmente a nuestros políticos; la Gula es causa de muchas enfermedades y un mal ejemplo para los sumidos en la pobreza; la Pereza es causa de la multitud de parásitos que pululan por nuestras ciudades viviendo a costa de los demás; la Soberbia impulsa innumerables actitudes insolidarias que tienen su máximo exponente en la vecina Cataluña; la Envidia continúa siendo el pecado capital habitual en España y la Ira es causa de grandes males a nivel particular y colectivo.
En cuanto a los males apocalípticos tres continúan con total intensidad. Si la Guerra en los Balcanes y en Crimea parece superada y establecida la paz, en el Próximo Oriente continúa con tosa su crudeza a pesar de la aparente derrota del Isis, pero el Yihadismo o Guerra Santa continúa por todo el mundo a través del terrorismo. En África es endémica ya. El Fuego continúa asolando el Reino Vegetal, por imprudencias humanas, actos vandálicos o malas políticas forestales. El Hambre, lejos o reducido en Occidente, asola a partes de África.
La Enfermedad (Peste) relativamente controlada en Occidente y buena parte de América y Asia se ceba también en África y en otras partes del mundo.
Por todo el orbe la violencia de género se extiende como una mancha de aceite y las leyes, cada vez más represivas, son incapaces de contenerla; quizás convendría estudiarlas en profundidad y ver si son excesivamente parciales.
En Valencia también tendría una gran tarea a realizar. El Pueblo Valenciano se ve acosado por sus vecinos del norte, impulsando maniobras políticas para subvertir su historia, cultura y señas de identidad. La complicidad interna facilita su acción, por lo que se ve ampliamente recompensada.. El rechazo social que alienta, creciendo día a día, hace presagiar males mayores que aún estamos a tiempo de evitar. La extensión de su acción en escuelas y centros de enseñanza superior aumenta el paroxismo del Pueblo Valenciano, que busca intensamente la organización de la resistencia, la unión efectiva,sólida y duradera y la acción constante por los medios que exige nuestra educación y nuestra fe cristiana.
Felizmente, la grave situación económica, profunda y extensa que sufrimos por la incompetencia de gobiernos anteriores, que la situaron al borde del abismo, pudo ser detenida y, hoy, hemos podido recobrar el aliento al observar la creciente recuperación. Y en ello ha desempeñado un papel decisivo el mundo empresarial que, a pesar de haberla sufrido con especial intensidad, hasta el punto de que buena parte del mismo ha desaparecido, el resto ha resistido o se ha reconvertido. La empresa familiar ha tenido un papel preponderante, siendo un motivo de orgullo para todos.
También la familia cristiana ha contribuido a la solución de la crisis que, afectando a parte de los miembros de la misma, ha permitido sobrellevarla con la ayuda del resto, especialmente de los mayores, es decir de los abuelos que, desde el primer momento, contribuyeron con su entrega personal en la medida de sus fuerzas y con la aportación de sus recursos. Los principios que la informan, amor filial y paternal, caridad y fraternidad, son sus puntales básicos.
Sin embargo no se puede bajar la guardia por lo que respecta a su integridad y continuidad, tal y como se ha consolidado a través de los siglos en el mundo cristiano por las enseñanzas de la Iglesia. Movimientos globales pretenden desestructurada, buscando otros elementos de cohesión que han fracasado sistemáticamente. A su compás se intenta ensayar otros procedimientos de relaciones económicas afectando al mundo del trabajo, de la producción de bienes y servicios y de las relaciones comerciales. Fracasados todos también hasta el momento.
Tampoco avanzamos en la seguridad, sin la cual es imposible la democracia e, incluso, su aumento extremo puede acabar con ella. Los robos siguen constantes en pueblos, campos y ciudades. La delincuencia organizada dedica, aparte robos a gran escala, su mayor esfuerzo a la introducción de drogas letales para todos pero, muy especialmente, para la juventud, truncando numerosas vida, incluso familias enteras. Con la relajación de la autoridad, mermada por algunos grupos políticos, que jalean a delincuentes, bien sean antiguos etarras, bien golpistas separatistas, o simples antisistemas, las fuerzas de seguridad se ven sometidas a un acoso constante que permite la proliferación de aquellas y las agresivas, a veces mortales, respuestas que dan.
Desde Valencia, todas las organizaciones vicentinas han asumido una gran responsabilidad que cumplen ejemplarmente. En primer lugar mantener y extender la figura del gran Santo, Intelectual y Evangelizador, nuestro San Vicente Ferrer y, muy especialmente, la doctrina que propagó por gran parte del mundo cristiano, en realidad la doctrina de la Iglesia Cristiana basada en la Fe, la Esperanza, la Caridad y el Amor al Prójimo. Lo cual, si fuera asumido y practicado por todos los seres humanos, nos conduciría a la Arcadia Feliz, trasunto de nuestro Paraíso Terrenal, meta utópica al parecer, o inalcanzable pero cuyo intento es lo único que, por los testimonios de su esfuerzo, puede contribuir a dignificar a la especie humana.